Morena se auto anuló
– Lo advertimos en este espacio con bastante tiempo de anticipación: la elección interna de Morena se perfilaba a su vaciamiento, una vez que la autoridad electoral entrara a resolver las impugnaciones del proceso apenas terminadas las primeras asambleas. La propia convocatoria fue controvertida judicialmente incluso desde antes de que se abriera oportunidad a las votaciones.
Festejar, aplaudir y regodearse de un eventual triunfo, sólo señalaba desconocimiento de la vida interna del partido, y en mayor medida del derecho electoral que rige los estándares de democratización de cada partido político. Así sucedió en Fresnillo y, paradójicamente, una de las impugnaciones promovidas por Alejandro Rojas Díaz Durán, ayudó en la anulación de sus resultados.
Lo mismo quedaron sin efectos la votación de todas y cada una de las asambleas que el Consejo Nacional de Honor y Justicia de Morena presumía se realizaban en un ambiente de “certidumbre”. A excepción de un 5% donde proliferó la violencia (con arma de fuego incluida), el 95% restante de asambleas en relativa “tranquilidad” no contaron con un padrón confiable.
La excentricidad, involuntariamente cómica, fue escuchar a Enrique Laviada Cirerol (monrealista) reproducir el mismo discurso de Bertha Elena Luján Uranga (histórica) en contra de la autoridad electoral. Claro, sin que el de Fresnillo entendiera con claridad el porqué de la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, su punto de vista fue más motivado por una supuesta indignación.
De haber leído los estatutos de “su partido” en sus artículos transitorios, el todavía director de NTR Zacatecas habría entendido que la obligación de Morena era cumplir con los requisitos mínimos para atender a cualquier elección para renovar sus órganos internos: un padrón compulsado. Así lo obligó también el Instituto Nacional Electoral en el Acuerdo 33/2019 del pasado 23 de enero.
El periodo para realizar esa compulsa con la autoridad electoral abarcó del 20 de agosto del 2018 al 20 de agosto del 2019, unos días antes de que Morena lanzara su convocatoria para la renovación de órganos internos de dirección. Queda en evidencia que el partido no garantizó la certeza de quiénes sí podían o quiénes no podían participar en la elección, al trabajar con más de dos padrones.
Sirva de ejemplo el hecho de que en el listado al que tuvo acceso este espacio se constató que, efectivamente, en el padrón que recibió el Comité Directivo Estatal de Morena no se encontraba registrado Enrique Laviada Cirerol. También se solicitó (al bloque monrealista) el padrón donde teóricamente el consejero por unos días tenía su matrícula. Nunca se recibió copia del documento.
Días después de las asambleas, el todavía director de NTR Zacatecas difundió un video en el que intentaba convencer de su supuesta militancia, ya que, dice, fue candidato del partido en otras elecciones. Su registro pudo haber sido como ciudadano externo. No presentó copia de su solicitud de registro de afiliación, o en el mejor de los casos su credencial de militante. En respuesta, un video con su semblanza dejó en claro que nunca tuvo los documentos que ordena el estatuto.
Como este sencillo caso, existieron cientos o miles de irregularidades que la Comisión Nacional de Honor y Justicia tendrá que desahogar en los próximos tres meses. La autoridad electoral sí tuvo elementos suficientes para declarar la nulidad de una elección, pues el partido no procuró las obligaciones autoimpuestas en su normatividad interna, mismas que luego fueron ratificadas por el INE.
El Tribunal Electoral tampoco transgredió la vida interna del partido, únicamente hizo valer los derechos de aquellos afiliados y militantes que fueron revocados a gusto del ex secretario de organización de Morena (hoy coordinador de delegados de Bienestar) Gabriel García Hernández, en un padrón del cual el Comité Ejecutivo Nacional tuvo conocimiento tres semanas antes de la elección.
Aludir a una supuesta violación de la autonomía, sin que el partido hubiera cumplido con el requisito al que se obligó (un padrón confiable debidamente credencializado con fotografía), es mostrar esa ignorancia con la que se asistió a la renovación de las dirigencias de Morena, o jugar a un discurso maniqueo e impotente que trata de legitimar una elección postrada en la incertidumbre.
Y el proceso interno del partido gobernante no asoma a un mejor horizonte. De acuerdo con la convocatoria emitida para el Consejo Nacional del próximo 10 de noviembre, la militancia se encuentra en posibilidades de revocar también la presidencia de Bertha Luján, después de haber renunciado a ella para postular su candidatura a la dirigencia nacional.
Esta polémica es apenas el aperitivo. Además, el documento no prevé llamar a un Congreso Nacional Extraordinario, con la finalidad de que los consejeros nacionales aprueben las modificaciones al estatuto que permitan la entrada de encuestas como método de designación de las dirigencias estatales y nacional. Si optan por el reinicio de las asambleas, la división interna se profundizará. De esta manera, las posibilidades de que Andrés Manuel López Obrador renuncie a su partido se incrementan. Como se ha insistido en esta columna, Morena no muestra señales de convertirse en un partido fuerte y hegemónico que camine en paralelo al poder central del presidente. Así, el 2021 suena a derrotas.