Murales de Cacaxtla, resguardan el pasado de Mesoamérica
Ciudad de México.- En 1975 habitantes del poblado de San Miguel del Milagro, ubicado en el municipio de Nativitas, en Tlaxcala, hallaron por accidente, mientras labraban la tierra, parte de una pintura mural que plasmaba el rostro de lo que hoy es denominado un “Hombre-pájaro”.
Sorprendidos notificaron su descubrimiento al párroco de la comunidad, quien a su vez informó sobre el hallazgo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); desde entonces se inició una serie de excavaciones que dejaron al descubierto Cacaxtla, un importante complejo ceremonial prehispánico cuya relevancia se enfatiza por la presencia de murales que tienen una antigüedad de más de mil años y que se conservan en buen estado.
Su nombre proviene del vocablo nahua cacaxtli, que hace referencia a una canasta que se llevaba sobre la espalda para transportar mercancías y que se asocia con los comerciantes.
Su nombre fue asignado debido a que el comercio fue una de las actividades más importantes de sus habitantes, pues los descubrimientos en la zona permiten concluir que Cacaxtla fue un importante centro comercial en Mesoamérica, por lo que mantuvo una importante relación con otras regiones.
Esta ciudad fue poblada por grupos olmecas-xicalancas que llegaron del Sur para asentarse en la región del Valle Poblano Tlaxcalteca. La etapa de esplendor del sitio se dio entre los años 600 y 900 de nuestra era, posterior a la decadencia de Teotihuacán.
En Cacaxtla se aprecia un estilo de construcción presente en otros lugares de Mesoamérica que consistía en construir un edificio sobre otro anterior, de esta manera el sitio cuenta con diferentes etapas constructivas que se desarrollaron a lo largo de 300 años.
Precisamente esta forma de construcción superpuesta, que hacía que una nueva edificación cubriera a la anterior, permitió la preservación de las etapas constructivas más antiguas y de los murales que ahí se encontraban.
Los murales, que representan uno de los elementos más destacados de Cacaxtla, fueron hallados en diferentes zonas del área conocida como el Gran Basamento; es decir, la gran plataforma sobre la que se construyeron diversos edificios denominados actualmente Edificio de las columnas, El Palacio, Edificio A, Cuarto de la Escalera, Edificio F, Templo de Venus y Templo Rojo. El Gran Basamento, que cuenta con siete etapas constructivas, fue modificado a lo largo del tiempo de acuerdo con las necesidades de los habitantes, por lo que los espacios que lo conforman, así como algunos murales, no se realizaron en la misma época.
Para la realización de la mayoría de los murales fueron utilizados cinco tonos (rojo óxido, amarillo ocre, azul maya, negro de humo y el blanco de la cal), los cuales podían ser mezclados para obtener como resultado colores secundarios.
Los pigmentos utilizados son minerales de procedencia local, como cal, carbón, hematita y goethita. El azul en los murales es el denominado “azul maya”, el cual se obtiene de una arcilla a base de paligorskita que era teñida con índigo.
El estudio de estos murales ha encontrado múltiples estilos e influencias provenientes de la región maya, la costa del Golfo, Oaxaca, Teotihuacán, Cholula y Xochicalco.