Se cumplen 200 años de Charles Baudelaire

Ciudad de México.– La poesía tampoco se escaparía a los cambios de paradigmas que trajo la modernidad. Atrás quedaba la vieja idea de que la poesía solo hablaba y le pertenecía a lo sublime.

Ya la poesía no era un canto a la belleza del mundo. Y pasó de ser un canto para ser la voz o las voces del hades.

El poeta ya no era el heraldo de los dioses y el defensor de sus obras, sino el portador de realidades crudas, de mensajes disfrazados de revelaciones, eran las palabras de las verdades que incluso hasta hoy se ocultan bajo las fachadas de las panaceas.

Charles Baudelaire fue vanguardista en ese sentido. Fue el poeta de la ciudad moderna.

Su gran obra, recordada siempre bajo Las flores del mal, habla de una sociedad corroída y corrompida, de una condición humana mucho más cruda.

Era la ira, era la pobreza, era la venganza, era el dolor irreparable, era lo trágico y también lo oprobioso.

Eran las calles atiborradas de mugre, eran los vicios, eran los crímenes y la corrupción en todas sus formas. Eran esos los versos de un francés que vio en el descenso un acto poético.

Fue la época del realismo francés, de las tragedias vaticinadas por Víctor Hugo y de la exposición de la otra Francia que no era romántica sino vilmente despiadada que narró Balzac.

Y así como fueron ellos, también fueron Mallarmé, Rimbaud, el mismo Verlaine y por supuesto Baudelaire.

Todos caben en el mismo renglón porque todos fueron vanguardia y revelación a su vez del mundo que nadie contaba, pero al que todos asistían como cómplices, verdugos y víctimas, al que todos configuraban en ese caos donde todos eran responsables, todos eran desconocidos en las grandes ciudades modernas que fueron pues el nacimiento de un mundo en el que la vida se volcó a las grandes urbes.

A Baudelaire pretendieron censurarlo y muchos quisieron ocultarlo aún después de muerto, pero las grandes obras resisten a quienes se incomodan con la relevación del mundo que les conviene.

Desde el desasosiego y el dolor que lo gobernaba, el poeta francés escribió una obra poética que tiene lo sombrío de su tiempo y que entre muchas voces se realza en especial la de Edgar Allan Poe, quien desde el continente americano también empezó a descender a los sótanos que se ocultan en las capas del progreso y en los imaginarios de metrópolis diseñadas para los placeres del ser humano.