¿Dónde están las mujeres indígenas?

 

El día de hoy (9 de agosto), conmemoramos el “Día Internacional de los Pueblos Indígenas”. Esta fecha se instauró con el objetivo de lograr el reconocimiento dentro de la sociedad de la aportación histórica de los pueblos indígenas en todo el mundo, por cuanto a sus conocimientos, cultura y tradición.

México cuenta con una población indígena de 12 millones de personas, y si bien es cierto que el artículo 2 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce a los pueblos indígenas como parte fundamental del país y extiende un catálogo de sus derechos, la actual Administración Federal incluyó a esta población como prioritaria dentro de su Plan Nacional de Desarrollo.

Sin embargo, los años de rezago dentro de sus comunidades y el abandono histórico que han sufrido, implican un trabajo constante y permanente. Bajo este contexto, es necesario preguntarse, ¿dónde están las mujeres indígenas? Esta pregunta no se refiere a su ubicación geográfica, si no a dónde están paradas en cuestión de acceso a derechos e inclusión laboral.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Intercensal 2015, existe una población de 6 millones de mujeres indígenas; es decir, representan el 50% de la población indígena en México. Sin embargo, su inclusión en educación es escasa, pues dicha encuesta establece que sólo el 33% de ellas acude a la escuela después de los 15 años.

Estos datos nos invitan a reflexionar, pues sin realizar la segmentación de población indígena, el porcentaje aumenta considerablemente al 86% de mujeres mayores de 15 años que sí acuden a la escuela. Esto hace evidente que existe un rezago en educación en mujeres indígenas.

La educación dentro de las comunidades indígenas deberá ser prioridad para poder revertir las condiciones desfavorables en que se encuentran. Además, los programas educativos deberán construirse con perspectiva de género, con el objetivo de cambiar el rol de las mujeres indígenas que históricamente se ha limitado a actividades domésticas, para así dotarlas de oportunidades que les permitan generar recursos propios, no sólo en beneficio de ellas, sino de toda la comunidad.

Si bien existen programas de becas para personas que forman parte de comunidades indígenas para que puedan concluir sus estudios universitarios, las estadísticas nos señalan que existen otras medidas que son necesarias en la educación media superior, pues es justo ahí donde se observa el mayor número de deserción.

Por otro lado, de acuerdo con datos del INEGI, sólo el 23% de las mujeres indígenas son población económicamente activa. Estas estadísticas son escalofriantes, pues sin duda dejan fuera a casi el 80% de las mujeres de contar con recursos propios, seguridad social, empleo o tener un negocio propio. Por ello es de suma importancia realizar un trabajo profundo que permita construir mujeres indígenas autónomas económicamente.

Las posibilidades de las mujeres indígenas son infinitas pues cuentan con un capital cultural inigualable. Es por esto que un proyecto que impulse su autonomía económica e independencia financiera es viable, pues dentro de sus comunidades pueden generar los cambios necesarios que les permitan empoderarse económicamente transformando su economía local, respetando sus usos y costumbres, su cosmovisión del mundo, pero generando cambios económicos, laborales y de educación.

En este sentido, es de suma importancia generar programas que apoyen proyectos dentro de comunidades indígenas pero que estén lidereados por mujeres indígenas. Finalmente, aprovecho estas líneas para manifestar mi orgullo de encontrarme en un país pluricultural, que reconoce los derechos de las comunidades indígenas, pues son nuestros ancestros, nuestra historia, nuestra cultura.

9 de agosto de 2021

M.F. María del Carmen Salinas Flores.

Tesorera del Senado de la República.