Andrés Manuel esquivó el peligro
Andrés Manuel López Obrador no entró en conflictos ni dio paso a las diferencias. Llegó a Zacatecas acompañado del hombre que articula sus acuerdos en el Senado. Se dejó arropar por el coordinador nacional de ganadería en SAGARPA, y por la Delegada de Programas Integrales de Desarrollo, diputada, jefa de bancada de Morena en la Legislatura local.
A su aterrizaje en Calera saludó fríamente la mano de Simón Pedro de León Mojarro. Extendió también un saludo desinteresado a un Le Roy Barragán Ocampo que lo mismo está ahí para la foto con el presidente electo que, al siguiente día, con sus compañeros ex diputados priistas; con la normalidad de quien porta una camisa de doble vista.
El presidente electo atravesó la carretera acompañado de Javier Jiménez Espriú y de Ricardo Monreal Ávila. En camionetas, por separado, lo escoltaron David y Verónica en un vehículo, Pedro y Le Roy en otro. Los dos últimos no compartieron el desayuno, la deferencia en el Aeropuerto Leobardo Reynoso fue más que suficiente.
Tal como lo era en la campaña, Andrés Manuel se apersonó muy temprano en las gorditas de las cazuelas. Ahí conoció un poco más a la cuñada de los Monreal, a quien unas horas después pondría a trabajar por su Cuarta Transformación, ya en una valla improvisada que extendió el Gobierno del Estado en una Plaza de Armas más bien sola.
Abrazó a la gente que se arremolinaba junto al pasillo metálico a la espera de que arribara el presidente carismático. Escuchó sus peticiones, ordenó a la delegada de David que tomara apunte de cada una de ellas y, sin entrar en detalles, terminantemente le dirigió un “resuelve”.
Tello Cristerna hizo lo propio con Mindy Díaz Moreno, pero López Obrador, celoso del papel de la Cuarta Transformación, instruyó a la gente a que también se acercara con su coordinadora estatal. Por las dos vías, o por separado (para medir las capacidades de la esposa de Luis Monreal Ávila), sus seguidores tendrían satisfechas las demandas en un plazo de apenas días.
A unos metros del Palacio de Gobierno, Andrés Manuel se fotografió con Alejandro Tello. Una primera imagen oficial de la nueva relación entre el gobierno de Zacatecas y la federación. De cerca los seguían, como sus sombras, David, Ricardo y Verónica. Entraron a paso parejo al recinto simbólico y se enfilaron a la reunión con el gabinete zacatecano.
El acercamiento entre gobiernos se mantuvo en la línea del entendimiento y el trabajo coordinado. Sólo un tema quedó fuera del alcance: la pesada nómina magisterial y su mudanza a la federación. Simultáneamente, en Guerrero se registraban los primeros brotes de choque entre la CETEG y el SNTE, donde reventaron indefinidamente los foros educativos. Un clima político poco propicio para introducirse, desde Zacatecas, al asunto de los trabajadores de la educación.
Concluida la reunión, ambos mandatarios ocuparon la plataforma donde se erguían dos micrófonos, en el patio central del Palacio de Gobierno. Cruzaron palabras políticamente correctas, confirmaron su compromiso de diálogo, acuerdos y cooperación, y la Cuarta Transformación reconoció en Zacatecas un terreno no hostil.
En la plazuela Miguel Auza el discurso de Andrés Manuel no cambió medularmente su tonalidad. Por el contrario, parecía justificar su reunión con un gobierno “adversario” (según el sentir de sus fieles cuadros), al cual llamó ahora autoridad soberana y con quien, anticipó, se reuniría cuando fuera necesario, por respeto a la Constitución.
Recitó un catálogo de buenas intenciones, recordó promesas de campaña a resolver, y estrenó su Programa de Bienestar a nivel local. Luego hizo un peculiar llamado a la no división “ni dentro, ni fuera del partido”, y sentenció “ya no estamos peleando; la patria es primero”.
En los hechos, abogó por la legisladora federal Mirna Maldonado Tapia para que fuera incluida en el estrado donde se pavoneaban los diputados de Morena que tienen una marcada filiación monrealista. La división se dejó sentir en todo momento, sin embargo, su respuesta fue un escueto llamado a la “unidad”. Dejó en claro que él no arbitraría un conflicto interno.
Fiel a su conducta política, Andrés Manuel haría su parte y dejaría en manos de los demás la que les corresponde. Si entendieron el llamado a la cohesión, bien; si no, entonces la historia juzgará a cada cual. Aunque el tabasqueño no mostró incomodidad con la presencia de David Monreal Ávila, a quien ya le ha levantado la mano antes contra los enemigos del fresnillense, como el “Cepillo” Figueroa.
Ricardo tiene en sus manos acuerdos sensibles que sostienen al presidente electo. No habrá un frente de guerra, por ahora, como el que hubo en diciembre. El coordinador de senadores lo sabe y aprovecha para resguardar la raquítica imagen de David ante cualquier competencia. Soledad Luévano Cantú, Geovanna Bañuelos de la Torre, y Alfredo Femat Bañuelos recibieron el mensaje.
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