Frida Kahlo: la artista que convirtió el dolor en arte
Ciudad de México.- Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en la casa ubicada en la esquina de Londres y Allende, en el entonces pueblo de Coyoacán.
Con el tiempo, la pintora diría que había nacido en 1910, para coincidir con el inicio de la Revolución Mexicana.
Esta casa fue construida por su padre, Wilhelm, un alemán de familia acomodada que había llegado a México a los 19 años en busca de nuevos horizontes.
Al llegar, cambió su nombre a Guillermo y conoció a una mexicana hija de un indígena y una española: Matilde Calderón.
De pequeña, convivió con sus hermanas mayores, Matilde y Adriana, y la menor, Cristina, quien fue su confidente y aliada, aunque también le produjo después uno de sus más grandes dolores.
Frida era la más cercana a su padre, quien le mostró la obra de Schiller, Schopenhauer y Goethe, mientras la dejaba disfrutar de la naturaleza y le enseñaba su oficio, la fotografía.
Orgullosa de sus raíces alemanas, firmó como Frieda durante más de 20 años, hasta que el auge del nazismo la llevó a mexicanizar su nombre.
La mezcla de razas y la esencia pueblerina de su natal Coyoacán se volvieron, con el paso de los años, una pieza clave de su identidad y la ayudaron a forjar el personaje que deslumbró en las capitales del arte como Nueva York o París.
La pequeña Frida enfermó de poliomielitis a los seis años, y éste fue sólo el principio de sus muchos padecimientos de salud, los cuales su padre solventaba con gran dificultad, ya que, pese a tener su propio taller fotográfico en el centro de la ciudad, el trabajo escaseaba.
La joven era inteligente y su padre deseaba que se volviera una profesionista, por lo que la envió a la Escuela Nacional Preparatoria, donde era una de las 35 mujeres entre una población de 2,000 alumnos.
Aunque tenía amigas, Frida se identificó mejor con los hombres, adoptando posturas que no eran bien vistas en esos años.
La preparatoria estaba en el centro de la Ciudad de México, situación que aprovechó Frida para empezar a trabajar en el taller de grabado de Fernando Fernández, donde aprendió a dibujar bajo su tutela.
Una tarde de 1925, un tranvía se impactó de lleno contra el autobús en el que viajaban Frida y Alejandro, su novio de entonces, rumbo a Coyoacán.
El camión se partió en dos y el tubo del pasamanos atravesó a la joven, quien quedó tendida en plena calle con un trozo de metal saliendo por su pelvis.
Pasó una larga temporada en el hospital. La joven vivía largas jornadas de dolor en las que su único consuelo era escribir a su novio y realizar dibujos sobre una libreta.
Un mes después fue dada de alta y llegó a su casa, donde tuvo que guardar reposo. Ahí, enyesada, adolorida y obligada a descansar, tomó unas pinturas de óleo de su padre, quien era un pintor aficionado, y pidió que le instalaran un caballete en su habitación.
Sin estudios previos en la materia, Frida Kahlo comenzó a pintar. Sus primeras obras fueron retratos de amigos y familiares, además de autorretratos, el tema de sus obras más famosas.
Frida Kahlo no se tomaba en serio como artista, pero ante la imposibilidad de volver a la escuela por su condición tras el accidente, comenzó a considerar a la pintura como un oficio que la ayudara a ganar dinero, algo que le urgía por las atenciones que necesitaba su débil columna vertebral.
A través de un amigo, Frida conoció a la fotógrafa italiana Tina Modotti, quien la presentó con un círculo intelectual afín a la Unión Soviética y al Partido Comunista, del cual formaba parte Diego Rivera, el artista mexicano más famoso.
Un día, la joven Kahlo buscó al pintor, quien realizaba un mural en un edificio público, para pedirle una opinión acerca de su trabajo.
El muralista visitó el hogar de los Kahlo, y de inmediato reconoció el potencial de la joven, y las visitas se hicieron cada vez más frecuentes.
Tras un breve noviazgo, Frida Kahlo, de 22 años, y Diego Rivera, de 43, se casaron sin gran ceremonia en Coyoacán, el 21 de agosto de 1929.
Diego fue contratado para pintar un mural en San Francisco, y después otro en Detroit. Frida se enfocó en la pintura; comenzó a perfeccionar su técnica, dejó los lienzos, y empezó a pintar sobre placas metálicas y a incluir elementos surrealistas en sus cuadros.
Pero las cosas se descompusieron de manera abrupta cuando sufrió un aborto, el segundo embarazo interrumpido; tuvo que ser internada en el Hospital Henry Ford.
Esta experiencia quedó retratada en uno de sus cuadros más importantes, titulado Henry Ford Hospital o La cama volando (1932). Sus abortos y el dolor que le producía su cuerpo fueron temas que nunca abandonaron sus pinturas
A su regreso a México, la pareja se instaló en la casa de San Ángel, que consistía en dos departamentos unidos por un puente.
Frida pintó poco en este periodo; un suceso la marcó: el romance de su esposo con su hermana Cristina, lo que separó a la pareja. Esto fue una constante en su relación: se separaban y reconciliaban con gran frecuencia.
Asimismo, Frida Kahlo aprendió a convivir con las infidelidades de Diego y buscó sus espacios para amar a otras personas, aunque sin abandonar a su esposo.
La casa de los Rivera fue epicentro de la vida cultural de la ciudad. Recibían a visitantes internacionales, como el surrealista André Breton, quien quedó maravillado con la pintura de Kahlo y la invitó a exponer en París.
La galería de Julien Levy presentó la obra de Frida en el verano de 1938, con críticas positivas por parte de la prensa y los artistas. Se vendieron varios cuadros y Frida partió a París, separándose poco a poco de la sombra de Rivera.
Kahlo nunca se consideró surrealista, decía incluso no conocer previamente ese movimiento.
La salud de Frida siguió en declive; se acumularon las operaciones y esto le hizo cada vez más difícil pintar, pese a ello comenzó a dar clases en la recién fundada Escuela de Artes Plásticas popularmente conocida como “La Esmeralda”.
Consumía fuertes cantidades de calmantes, los cuales combinaba con dosis grandes de alcohol. Transitaba de un corsé ortopédico a otro y de un quirófano a otro.
Una fallida cirugía, la cual pudo fracasar porque ella se negaba a realizar los cuidados que le pedían los médicos para su recuperación, sumada a la amputación de su pie derecho, lo que la obligó a permanecer un año en el hospital, deterioraron su humor.
La exposición fue un gran evento y Frida hizo una entrada triunfal; llegó en una cama, la cual fue dejada en el centro del salón, vestida con un elegante vestido de tehuana y adornada con sus joyas favoritas. Disfrutó de la compañía de sus amigos y admiradores.
La pintora, en su silla de ruedas, fue empujada a lo largo de todo el camino por Diego Rivera. Esta salida sin embargo fue la que complicó una neumonía que ya padecía.
Frida Kahlo murió pocos días después, postrada en su cama. Algunas versiones dicen que se suicidó y otras que pudo ser una sobredosis letal, aunque no hubo autopsia ni una versión oficial al respecto.