Autonomía económica de las mujeres
La autonomía económica de las mujeres es uno de los ejes para su incursión en las finanzas. Por ello surge la pregunta, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de este término? La Comisión Económica para América Latine y el Caribe (CEPAL) la define como la capacidad de las mujeres de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. [1]
Así pues, la CEPAL coloca en el centro la capacidad de las mujeres de generar ingresos y recursos propios. Esto hace visible el empoderamiento económico de las mujeres y su inclusión en el sistema financiero, rompiendo uno de los grandes estereotipos de género, pues deja de lado la falsa idea de las mujeres como meras receptoras de dinero para también convertimos en proveedoras.
Al entender a las mujeres como capaces de generar sus recursos, también se abre la puerta para el control de nuestras finanzas; es decir, que ahora las decisiones podrán ser tomadas por nosotras al determinar el uso y el manejo de lo que logramos generar Esto lo podemos resumir como empoderamiento económico.
Al ser generadoras de recursos propios, ahora también somos quienes tomamos decisiones sobre el destino que se dará a los mismos, y así poder controlar nuestras finanzas determinando: presupuestos, ahorros, pagos de seguros, entre otros.
Datos en México sobre la autonomía económica de las mujeres.
La definición de autonomía económica de la CEPAL pone otro elemento además de la capacidad de las mujeres para generar recursos propios, ya que lo supedita al acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres. Por ello, es necesario observar los datos sobre la ocupación de las mujeres que cuentan con un empleo formal en México.
De acuerdo a datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI 2018, el empleo formal del 100% de mujeres encuestadas solo el 44.8 % cuenta con un empleo formal, mientras que en comparación con los hombres del 100 % encuestados el 77.07 % tiene una fuente de ingresos formal[2]. Lo anterior se traduce en que solo 44 de cada 100 mujeres tiene acceso a un empleo remunerado.
Estos datos visibilizan uno de los grandes retos para convertirse en generadoras de recursos propios e incursionar en el sistema financiero, pues el acceso a una tarjeta de crédito e incluso ser candidata a un crédito hipotecario que nos convertiría en propietarias de bienes inmuebles depende de poder contar con una actividad económica remunerada.
Los retos para lograr la autonomía económica de las mujeres son grandes, pero también lo son su capacidad para enfrentarlos y superarlos, ya que aún existe un gran camino por recorrer para nosotras en el mundo de las finanzas, pero con la conjunción de medidas estatales y privadas se podrá reducir esta brecha de género.
M.F María del Carmen Salinas.
Tesorera del Senado de la República.
17 de abril de 2020.
[1] Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, disponible en https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-economica
[2] Desglose de datos obtenidos del Instituto Nacional de Mujeres disponible en http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/panorama_general.php?IDTema=6&pag=1