Luciano Pavarotti, el tenor más grande de la ópera

 

 

Ciudad de México.- Nadie como él hizo tanto por la popularización de la ópera. Gracias a hitos como la histórica retransmisión televisiva, en 1977, de su actuación en el Met de Nueva York; los recitales de Los tres tenores, junto a sus amigos Plácido Domingo y José Carreras; sus actuaciones en las Termas de Caracalla, coincidiendo con el campeonato mundial de fútbol de 1994, en el Dodger Stadium de Los Ángeles o en la parisina Torre Eiffel; las colaboraciones con Sting, Bono o Brian Adams, la figura de Luciano Pavarotti resulta incuestionablemente decisiva a la hora de valorar el acercamiento del género al gran público .

Para muchos fue, junto a Enrico Caruso, el más grande de los tenores del pasado siglo. Hijo de un panadero enamorado de la música que cantaba en el coro de su ciudad, Luciano Pavarotti había nacido en Módena el 12 de octubre de 1935.

 

Desde muy joven se despertó su vocación por el canto y tras estudiar en la Scuola Magistrale, tomó clases con Arrigo Polo y Ettore Campogalliani. No obstante, Pavarotti compatibilizó estos estudios con los de magisterio y tras licenciarse se dedicó a la enseñanza durante más de diez años.

La primera vez que cantó en un escenario lo hizo junto a su padre en el coro del que formaba parte. Debutó en 1961en el Teatro Reggio Emilia interpretando al Rodolfo de La Boheme y muy rapidamente su popularidad entre el público comenzó a subir como la espuma.

Pronto llegaron los éxitos en Dublín, Amsterdam, Viena y Zurich antes de llegar a La Scala de Milán en el centenario de Toscanini.

En 1965 se unió a la soprano australiana Joan Sutherland, formando un dúo legendario que difícilmente podrá volver a verse sobre los escenarios. Un año después llega su consagración en el Covent Garden londinense, donde se le concedieron el título de “rey del do agudo”, y en 1972 en el neoyorkino Metropolitan Opera House con La fille du régiment, de Donizetti.

Entre muchos otros, había sido galardonado con un Grammy al mejor cantante clásico, el Premio Libertad de la City de Londres y la Cruz Roja por Servicios a la Humanidad y figura en el Libro Guinness de los Récords por haber recibido la ovación más prolongada de la historia el año 1988 en el Teatro de la Ópera de Berlín, una hora y siete minutos de aplausos.

 

En 2005 había anunciado públicamente su retirada de los escenarios para poder dedicarse por entero a su familia y a sus clases de canto, pero sin embargo, en 2006 emprendió la que iba a ser su última gira mundial, Worldwide Farewell Tour, que se vería violentamente interrumpida a causa del cáncer de páncreas que obligó al tenor a pasar por el quirófano en Nueva York en el mes de junio.

Padre de cuatro hijas, las tres primeras (Lorenza, Cristina y Giuliana) junto a Adua Veroni, la mujer con la que compartió casi 40 años de su vida, y la cuarta (Alice) fruto de su segundo matrimonio con su antigua secretaria, Nicoletta Mantovani.

Además del canto y su familia, el fútbol, la pintura y los caballos fueron las otras pasiones del tenor que en la madrugada del 6 de septiembre de 2007 perdía su lucha contra el cáncer, a los 71 años.

Precisamente fue una de sus hijas, Giulania, la que pocas horas antes del fallecimiento de su padre había anunciado: “Sabe que morirá pronto y su deseo es reunirse con sus padres y encontrar finalmente la paz”.

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