Registran 24 sitios arqueológicos en los valles morelenses, destaca INAH 

 

 

Por: Crew Átomos 

 

Morelos, Mex.- De este a oeste, los valles morelenses van revelando una dilatada ocupación humana de casi tres milenios, desde el lejano periodo Preclásico (ca. 1,200 años a.C.) hasta la irrupción española en 1521, a partir de descubrimientos aparejados con la supervisión de grandes obras carreteras, como fue la construcción de la Autopista Siglo XXI, lo que permitió registrar y excavar 24 sitios arqueológicos en su trazo por esa entidad.

 

Esos vestigios arqueológicos, los cuales incluyen restos arquitectónicos, óseos, cerámicos, líticos y malacológicos, fueron preservados gracias a la intervención oportuna de un equipo de especialistas, convocado por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y su representación estatal, que trabajó a marchas forzadas entre 2015 y 2018, en el tramo Jantetelco-Xicatlacotla (El Higuerón).

 

A partir de la labor de estos profesionales en campo y en gabinete, se tiene un panorama más amplio de la historia prehispánica de los valles de Morelos, una región que había sido abordada de forma aislada. En este caso, el Proyecto de Salvamento Arqueológico Autopista Siglo XXI brindó la ocasión inigualable de atender la conservación de una veintena de sitios localizados a lo largo de 61.8 kilómetros que recorren el sur del estado, de oriente a poniente.

 

Parte de este conocimiento, debidamente sistematizado, se vertió en el libro Jojutla y la Tlalnahua. Arqueología de los valles morelenses (Secretaría de Cultura-INAH/SCyT/CAM), el cual se presentó en el INAHFest, evento organizado recientemente por la Coordinación Nacional de Difusión en el Museo Regional Cuauhnáhuac, Palacio de Cortés, en Cuernavaca.

 

Los coordinadores de la publicación, los arqueólogos del INAH Laura Ledesma Gallegos, Mario Córdova Tello y Carolina Meza Rodríguez, indicaron que la publicación da a conocer la conformación de las antiguas culturas que habitaron las llanuras oriente y poniente de Morelos: La Tlalnahua y el valle de Jojutla, respectivamente.

 

“Se describen los recursos materiales de las dos regiones, las cuales, en los diversos periodos de ocupación, permitieron la subsistencia y reproducción social de los emplazamientos. También, con base en el análisis cerámico, antropofísico y arquitectónico, se propone el posible vínculo político, religioso y arquitectónico que los asentamientos humanos pudieron tener con las urbes y otros asientos del Altiplano Central”, señalaron los investigadores.

 

Detallaron que los vestigios arqueológicos del periodo Posclásico, más cercanos temporalmente a la conquista española, presentaron mayor destrucción por hallarse en la superficie. De los 24 sitios identificados, solo en 14 hubo evidencias de elementos arquitectónicos, mientras que nueve se definieron por la concentración de materiales líticos (piedra) y cerámicos. Además, se identificó un afloramiento rocoso que, probablemente, fue usado como banco de material.

 

El volumen, con textos escritos por ocho autores, se detiene en los resultados obtenidos de seis sitios: El Rancho, Altavista, El Paraíso, La Cantera, La Mezquitera y Amacuitlapilco, considerando la cantidad y particularidad de sus vestigios, los cuales dan cuenta del proceso social, económico, político y religioso desarrollado en las poblaciones de ambos valles.

 

“El resultado de las indagaciones muestra que la mayor parte de los materiales tienen una tendencia geográfico-temporal hacia el periodo Preclásico, como lo evidencian las numerosas ofrendas que acompañaban a los entierros en tres de los seis emplazamientos: El Rancho, Altavista y Amacuitlapilco.

 

“Respecto al periodo Clásico (150-650 d.C.), se identificó un emplazamiento totalmente teotihuacano: La Mezquitera, lo que refiere la influencia política y religiosa de Teotihuacan en el poniente de Morelos, en ese momento. En Altavista y El Rancho también se encontró ocupación del Clásico, pero el porcentaje de evidencias es mínimo, en comparación con los que datan del Preclásico, en ambos sitios”.

 

Además de los seis sitios mencionados, para el libro también se seleccionaron 60 entierros, 39 de ellos (65%) corresponden al Preclásico; 13 (22%), al Clásico, y ocho (13%), al Posclásico. Todos fueron hallados con ofrendas que pudieron marcar el estatus del individuo y del grupo que habitó en los emplazamientos en determinada época, como dejan ver los gráficos y las ilustraciones elaborados por Xiel Adalberto Castillo Morales y Jorge Luis Tadeo Castillo, respectivamente.

 

De acuerdo con los arqueólogos, “la asociación enterramiento-ofrenda-unidad habitacional-contexto natural, permitió dar un enfoque diferente, logrando correlacionar el tipo de enterramiento como parte de una práctica mortuoria en un espacio particular, determinado por las diversas sociedades que se establecieron en ambas regiones en tres épocas de la historia precolombina”.

 

Por último, indicaron que después de las excavaciones efectuadas dentro del proyecto de salvamento de la autopista, se realizaron trabajos de conservación que consistieron en desviar el trazo carretero de áreas donde el patrimonio pudiera verse afectado; mientras que para la preservación de otros sitios se planteó el recubrimiento de los vestigios arqueológicos que quedaron por debajo de los niveles de impacto de la infraestructura carretera.

 

Jojutla y la Tlalnahua. Arqueología de los valles morelenses puede adquirirse en la Red de Librerías del INAH y en línea en la página: Difusión INAH – Libros.