Elena Cornaro Piscopia, la primer mujer en recibir un doctorado

Italia- Elena Lucrezia Cornaro Piscopia, filósofa italiana, nació el 5 de junio de 1646, y es la primer mujer en recibir un doctorado en filosofía. Hoy, Google conmemoró su 373 aniversario de nacimiento con un doodle.

Elena Cornaro, fue la tercer hija de Giovanni Battista Cornado-Piscopia, quien era procurador, mientras que su madre era una campesina pobre y además no estaba casada con Giovanni.

A la edad de siete años sus padres habían reconocido su talento, tenía dominio del hebreo, español, francés y árabe, mientras estudiaba el clave, el clavicordio, el arpa y el violín.

Años más tarde, estudió matemáticas, filosofía y teología. En 1665, tomó los hábitos de oblata benedictina, aunque sin convertirse en monja. También hizo un voto de celibato a la temprana edad de 11 años, aunque no le dijo a nadie su voto, rechazando varias propuestas de matrimonio.

Su mayor interés era la filosofía y la teología. Después de convertirse en presidenta de la sociedad veneciana Accademia dei Pacifici, se matriculó en la Universidad de Padua en 1672.

Sin embargo, aunque se le permitió estudiar allí, la solicitud de Elena para obtener un Doctorado en Teología fue rechazada, porque los funcionarios de la iglesia no otorgaban el título a una mujer, a pesar de haber cumplido con todos los créditos necesarios.

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Entonces, con el apoyo de su padre, ella solicitó un Doctorado en Filosofía.

Su examen, en 1678 atrajo tanto interés que la ceremonia tuvo que trasladarse de la universidad a la catedral de Padua para acomodar a una audiencia que incluía profesores, estudiantes, senadores e invitados de universidades de toda Italia.

Su discurso, ‘El Análisis y la Física de Aristóteles’, en latín clásico, explicaba los pasajes difíciles seleccionados al azar de los escritos de Aristóteles, su elocuencia fue tan brillante e impresionó tanto al comité que expresaron su aprobación viva en lugar de una votación secreta.

Se colocó una corona de laurel sobre su cabeza, un anillo de oro en su dedo, un libro de filosofía en su mano y una capa de armiño sobre sus hombros, y se le otorgó un doctorado en filosofía, convirtiéndose así, en la primera mujer en el mundo en recibir un doctorado universitario.

Dedicó los últimos siete años de su vida al estudio y la caridad. Falleció en Padua en 1684 de tuberculosis, y fue sepultada en la Basílica de Santa Justina.

Al morir se le realizaron servicios funerarios en Venecia, Padua, Siena y Roma. Sus escritos constaron de discursos académicos, traducciones y tratados religiosos. En 1685, su alma máter creó una medalla en su honor y en 1895, la abadesa Mathilda Pynnsent, de las benedictinas inglesas de Roma, abrió la tumba de Elena, colocó sus restos en un nuevo ataúd y señalaron la tumba con una placa conmemorativa.

Elena no solo impresiono a los eruditos en su época, también abrió un camino para que las futuras generaciones de mujeres siguieran sus pasos encaminados hacia niveles académicos más altos.