A 48 años del Jueves de Corpus

Un 10 de junio de 1971, se trajeron a los reflectores nuevamente los crudos acontecimientos del 2 de octubre, pues México vivió otro episodio negro de represión estudiantil.

A 48 años de la Matanza del Jueves de Corpus, también conocido como “el halconazo”, en referencia al grupo militar llamado “Los Halcones”, responsable de la muerte de 120 estudiantes que se manifestaban en la Ciudad de México.

Estudiantes universitarios se manifestaban en apoyo a la Universidad de Nuevo León; la manifestación fue reprimida por un grupo de militares, liderados por el coronel Manuel Díaz Escobar, quien mandató reprimir cualquier manifestación contra el gobierno de Luis Echeverría Álvarez.

A finales de 1970 profesores y estudiantes de la universidad  de Nuevo León presentaron una ley orgánica que proponía un gobierno paritario y el 20 de febrero de 1971 llegó Héctor Ulises Leal Flores a la rectoría bajo esta nueva ley.

El gobierno estatal, en desacuerdo, redujo drásticamente el presupuesto, lo que disgustó a los universitarios, y obligó al Consejo Universitario a aprobar un nuevo proyecto de ley que prácticamente suprimía la autonomía de la institución.

Los universitarios comenzaron una huelga y se pidió solidaridad a las demás universidades del país.

 La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional inmediatamente respondieron y los estudiantes convocaron a una manifestación masiva en apoyo a Nuevo León el día 10 de junio.

La marcha pasaría por el centro de la capital mexicana, comenzando en el Casco de Santo Tomás y recorrería las avenidas Carpio y de los Maestros para salir a la Calzada México-Tacuba.

Granaderos, miembros de la Policía e incluso tanques antimotines salieron a las calles para controlar la marcha estudiantil. Un control que se llevó de forma violenta y desmesurada.

En mitad de la protesta, la explosión de una granada era el anticipo de lo que se avecinaba.

Las calles por donde se realizaría la marcha estaban repletas de policías y granaderos quienes impidieron el paso a los estudiantes. También había tanques antimotines y vehículos militares

“Los Halcones”, el grupo de choque entrenado por la Dirección Federal de Seguridad y la C.I.A., atacó brutalmente a los estudiantes desde las calles aledañas a la Avenida de los Maestros después de que los granaderos abrieran sus filas.

Los paramilitares al principio agredieron a los estudiantes con palos y porras, por lo que fueron repelidos fácilmente, sin embargo “los halcones” contraatacaron nuevamente pero ya con armas de fuego de alto calibre.

Los estudiantes se escondieron en donde pudieron, pero para muchos fue inútil. La policía que se encontraba en la marcha no intervino y solo permaneció expectante ante la masacre.

El tiroteo duró varios minutos, durante los cuales algunos transportes daban apoyo logístico al grupo paramilitar, dotándolo con armas y transportes improvisados.

El saldo fue de 120 estudiantes asesinados. A los que sobrevivieron al ataque y llegaron heridos a hospitales, llegaron “halcones” y los mataron dentro de la institución médica.

El regente de la Ciudad de México de ese entonces, Alfonso Martínez Domínguez, negó la existencia del grupo paramilitar y responsabilizó a un supuesto grupo radical dentro de la organización estudiantil por la matanza.

El 23 de junio de 1971, la Dirección Federal de Seguridad detuvo a un “halcón”, además logró obtener dos tarjetas en las que el coronel Díaz Escobar habría retransmitido las órdenes de Martínez Domínguez.

También, el alto número de periodistas agredidos y de evidencia gráfica de los sucesos logró que la prensa contradijera la versión oficial del gobierno y aceptara la existencia del grupo.

Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades democráticas reales y controlaran el régimen social; Educación de calidad para todos, en especial para campesinos y obreros, y mayor importancia y respeto a la diversidad cultural mexicana; estricta apertura democrática, apoyo a la vida política sindical de los obreros y fin de la represión por parte del gobierno.

El expresidente Echeverría llegó a ser investigado por el delito de genocidio, acusación que fue desestimada.

En julio de 2005, se cerró la investigación del “Halconazo”, exculpando a Luis Echeverría y a quien fuera secretario de gobernación Mario Moya Palencia.

Después de un año, se le encontró culpable del “Halconazo” a Echeverría y se declaró su formal prisión, luego sería exonerado por falta de pruebas.

En 1972 y 1975 varios integrantes del grupo paramilitar fueron detenidos por otros delitos y confesaron que ese 10 de junio de 1971, habían participado en la matanza y las órdenes provenían de los más altos mandos del Departamento del Distrito Federal.